En 2015, Mohammed Arshad, de 28 años, emigró a Arabia Saudita desde Chittagong (Bangladesh) con grandes expectativas. Su plan consistía en construir una casa decente, encargarse de la educación de su hermana y encontrar un mejor tratamiento para su madre, enferma de cáncer.
Al llegar, una agencia de trabajo le ofreció un puesto como dependiente en una pequeña empresa minorista por 2.000 riales saudíes (aproximadamente 533 dólares USD, unos 452 euros) al mes. Aunque el salario era inferior al que la agencia le había prometido en Chittagong, Mohammed estaba dispuesto a adaptarse, sobre todo porque había pedido prestados 300.000 takas (3.500 USD, 2.966 euros) a amigos y bancos para poder obtener su permiso de trabajo.
Todo iba bien. O al menos eso creía Mohammed. Un buen día del pasado mes de noviembre su supervisor le informó de que ya no tenía trabajo. “Me dijo que mi puesto de trabajo había sido nacionalizado”, nos explicó Mohammed.
La noticia le dejó desolado. “Aún no había liquidado mis préstamos. Sin embargo, no pude hacer otra cosa que volver a casa”, nos contó tras hacer referencia al sistema de patrocinio de visados conocido como kafala, que se aplica en todos los países del golfo Pérsico y vincula a los trabajadores migrantes a un solo empleador.
El caso de Mohammed no es un caso aislado. En los últimos años, decenas de miles de personas han regresado a sus países de origen procedentes de Arabia Saudita, Omán y Kuwait debido al recrudecimiento del proceso de nacionalización de los puestos de trabajo y al clima contra los migrantes derivado del mismo.
En Arabia Saudita, como parte de las reformas del plan Visión 2030 anunciado en 2016, el gobierno decidió tomar medidas drásticas para reducir la cifra de ciudadanos desempleados, especialmente en el sector privado. En el tercer trimestre de 2016, la tasa de desempleo en Arabia Saudita ascendía al 12,1%, es decir, el porcentaje más alto de los últimos cuatro años según la revista Forbes. El plan Visión 2030 incluye el objetivo nacional de reducir dicha tasa al 7%.
En 2016 y 2017, numerosos trabajadores migrantes, sobre todo de nacionalidad india y bangladesí que gestionaban pequeñas tiendas minoristas en ciudades saudíes, perdieron sus puestos de trabajo.
En enero de 2018, el ministro de Trabajo saudí aprobó una directiva en la que se determinan las 12 categorías laborales del sector minorista que solo tendrán permitido emplear a ciudadanos saudíes a partir de septiembre de 2018. Entre los trabajos restringidos se encuentran la venta de materiales de construcción, muebles y dulces, así como de repuestos para automóviles, automóviles y motocicletas.
Se pierden 500 puestos de trabajo a la semana
Un trabajador social indio que reside en Riad, la capital saudí, informó a Equal Times de que cada semana pierden su trabajo al menos 500 migrantes. “Muchos de ellos regresan a sus países cuando se nacionalizan sus puestos de trabajo”, nos explica, pidiendo permanecer en el anonimato.
Según datos de la Autoridad General de Estadística de Arabia Saudita, durante el cuarto trimestre de 2017 más de 277.000 trabajadores extranjeros perdieron sus puestos de trabajo en el reino saudí.
Asimismo, los datos revelaron que durante el mismo período la cifra de ciudadanos saudíes empleados aumentó en más de 100.000 personas, pasando de 3,063 a 3,163 millones.
En enero de este año, Omán también tomó medidas parecidas al prohibir temporalmente (durante seis meses) la expedición de visados de residencia a los expatriados que trabajaran en 87 puestos de 10 ámbitos laborales diferentes, incluidos la tecnología de la información, los seguros, la contabilidad y las finanzas, las ventas y el marketing y los medios de comunicación.
Recientemente, Omán también tomó la decisión de luchar contra el creciente desempleo que sufren sus ciudadanos (la tasa oficial de desempleo asciende actualmente al 17,5%). Un alto cargo del ministerio de Trabajo destacó que el gobierno se fijó el objetivo de crear para los ciudadanos omaníes 25.000 puestos de trabajo en el sector privado entre enero y junio; según asegura, ya han superado dicho objetivo en 3.000 puestos de trabajo más.
“La nacionalización no significa que el gobierno esté robando los puestos de trabajo a los migrantes. Significa que los nuevos puestos de trabajo que se están creando los estamos reservando para nuestros ciudadanos”, declaró Sulaiman Khalili, director adjunto del Departamento de Información del ministerio de Trabajo de Omán.
Asimismo, añadió que la prohibición de seis meses probablemente se amplíe.
Además, el gobierno omaní está supervisando rigurosamente el proceso de nacionalización del sector privado. “Las empresas que no logren cumplir los objetivos de ’omanización’ fijados por el gobierno serán vetadas”, concluyó Khalili.
Las causas fundamentales de la controvertida política
Al caer los precios del crudo en un 43% durante los últimos cuatro años, las economías de los seís países del Consejo de Cooperación de los Países Árabes del Golfo (CCG) se han visto afectadas negativamente.
Según un informe del FMI publicado en diciembre de 2017, las reservas de los bancos centrales de las economías de los países del CCG disminuyeron considerablemente de alrededor de 903.000 millones USD en 2014 a 705.000 millones USD en 2016, a pesar de los préstamos externos.
Cuando las empresas locales se empezaron a ver con problemas de liquidez, los trabajadores migrantes se tuvieron que enfrentar a las primeras consecuencias en forma de reducciones de plantilla. Según Nilambar Badal, un activista de los derechos de los migrantes en Nepal, “los países del golfo Pérsico ya no son una tierra de oportunidades para los migrantes asiáticos”.
Badal, director de programas de la ONG Asian Human Rights and Cultural Development Forum, resumió el problema para Equal Times: “Las empresas en Omán, Arabia Saudita y Qatar se enfrentan a una crisis de liquidez. Debido a esta falta de liquidez, los trabajadores están perdiendo sus empleos. De media, nos informan cada día de al menos media docena de casos de trabajadores desamparados sin su salario y sin comida”.
Además, aunque el flujo de trabajadores que regresan a casa sigue aumentando, los principales países de origen como India y Bangladesh no han establecido programas adecuados de reintegración o rehabilitación.
El pasado junio, por ejemplo, Srinivasan, de 47 años, regresó a India en una silla de ruedas después de haber sufrido un ataque al corazón en Arabia Saudita que le provocó una hemiplejia en el lado izquierdo.
Srinivasan, que es originario de Kerala en el sur de India, pagó 250.000 rupias indias (aproximadamente 3.670 USD) a un agente para que le consiguiera un visado para poder encontrar trabajo como carpintero, pero como migrante no disponía de ninguna protección laboral.
“Cuando enfermé no había nadie que me ayudara. No podía recibir el tratamiento adecuado, así que me volví a casa”, nos contó Srinivasan. Srinivasan ganaba alrededor de 3.000 riales saudíes (aproximadamente 800 USD), pero su kafil (empleador) le deducía los gastos de comida, alojamiento, agua, electricidad y visado.
Ahora, Srinivasan vende comida al borde de una carretera en India. Todavía tiene una deuda pendiente de aproximadamente 200.000 rupias (unos 3.000 USD) y tiene que lidiar con los efectos secundarios de su enfermedad. Sin embargo, todavía no está lo suficientemente fuerte como para encontrar un empleo mejor remunerado. “Mi vida está totalmente detenida”, se queja.
Arul Antony, un investigador de la organización National Domestic Workers Movement en India, nos explica: “Arabia Saudita está recrudeciendo su proceso de nacionalización. Omán está reservando puestos de trabajo para sus ciudadanos. Kuwait está incluso planeando gravar con impuestos las remesas que envían los migrantes. Qatar está políticamente aislada. Las oportunidades son cada vez menores en estos países e incluso si las conseguimos, son peores que el trabajo forzoso”.
Antony, que insta a los países asiáticos a ratificar los convenios de la Organización Internacional del Trabajo diseñados para garantizar unas condiciones laborales decentes, destaca que, actualmente, las Naciones Unidas están negociando un Pacto Mundial sobre la Migración, el cual, de aplicarse, podría ayudar a garantizar una migración segura, ordenada y regular.
https://www.equaltimes.org/los-paises-del-golfo-persico-ya-no#.WyKPbadKjIU